álbum: "Popemas"
año: 2002
sello: Elefant
año: 2002
sello: Elefant
"Volver a tus brazos, sentir tu rechazo,
gritar hasta quedarme afónica,
llorar hasta que me entre la sed,
beberme un buen vino
y poderme comer un bistec a la plancha.
Dormir cien mil horas, soñar que me quieres
y no hacerme daño el pellizco,
volver a encontrarte a mi lado,
volver a abrazarte y desayunarte,
esto sí que es arte."
gritar hasta quedarme afónica,
llorar hasta que me entre la sed,
beberme un buen vino
y poderme comer un bistec a la plancha.
Dormir cien mil horas, soñar que me quieres
y no hacerme daño el pellizco,
volver a encontrarte a mi lado,
volver a abrazarte y desayunarte,
esto sí que es arte."
A aquellos que se llaman a sí mismos artistas por el supuesto hecho de hacer arte, no me los creo, me parecen farsantes. Es como aquel que se reconoce perfecto: ya hay cierta imperfección en semejante declaración. La cultura, el arte, o como quieran llamar a cualquier tipo de manifestación artística (tienen que ver como maneja la escoba el encargado municipal, cuando me lo cruzo de camino al trabajo cada mañana, a eso de las 7: ¡sublime!) se ha convertido en un arma de doble filo: señor mío, prometí nunca usar tu nombre en vano, pero necesito librarte de aquellos que llenan su boca de ti, y tan solo lo hacen porque con ello piensan que están salvados. Aquellos que te utilizan como medio para reconocerse en super-hombres, como seres por encima de esa plebe perdida en la ignorancia y la incultura, la falta de sensibilidad y su anodina existencia denostada entre la cotidianeidad y la rutina. Perdóname, señor, pero hoy más que nunca entiendo a Nietzsche y al punk.
“Arte” es uno de los temas más punk que he escuchado nunca. No me miren así. ¿Acaso no dura apenas poco más de un minuto? ¡Y ellas tocan fatal! Como dijo aquel genio, esta vida es un sueño: ¡Y una mierda! Esta vida es realidad a flor de piel: tanto que duele, que mata, que sobrevive, que amanece, que se ríe y que se llora. Ese extraño laberinto de sentimientos, tan lleno de los lugares comunes que tanto horrorizan a los críticos (¡qué gran invento para los artistas!), es en realidad una obra magistral, única e irrepetible. Una tragedia. Una comedia. Una oda a sí misma y una maldición al hecho de tener que interpretarla. Una melodía de cuatro notas, tan efímera como imborrable.
El arte fue un extraño invento, que en realidad escondía una voluntad de comunicación, de expresión (de ideas o de sentimientos). Sí, puede que sea el camino de la salvación, nunca debió ser el dedo señalador, la condena. Pero en verdad, el arte es una manera de resumir la vida en algo que podamos comprender. Algo así como tratar de explicar un complejo teorema, que ni siquiera nosotros somos capaces de entender (otros artistas, los profesores de matemáticas), a un salón lleno de gente esperando que les cuentes un cuento. Pues aquí tienen su cuento señores: Natalia y sus chicas, con la mejor caligrafía posible, desmontando con una sencillez abrumadora algunas de las verdades más absolutas, y de las pocas que podemos reconocer objetivamente. La intensidad de vivir cada segundo, la rutina en toda su realidad, es un gesto propio del más inspirado de los artistas.
Y no hay peor creador que aquel que niega la increíble belleza que hay detrás de cada vida (y de cada muerte), sea cual sea ésta, absorto en su magnánima existencia. A mí, sus obras, no me dicen nada. Me la traen al pairo. No es que no me gusten, es que me provocan indiferencia. ¡Qué gran obra, la indiferencia! Autor: Jesús Sáez
mp3: Arte
youtube: Videoclip de la canción.
más información: Página web de Nosoträsh
2 comentarios:
Sencillamente sublime, jesús.
plas, plas, plas!!!!
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