álbum: "El eterno femenino"
año: 1982
sello: Nuevos Medios
año: 1982
sello: Nuevos Medios
"Hicimos un cuento de miel,
sin un futuro en que creer"
sin un futuro en que creer"
Montcada i Reixac, 25 de abril de 2010
El municipio se ha adherido a la tercera ronda de consultas populares sobre la independencia de Catalunya. Por tanto se ven varios carteles con el lema Montcada decideix. La participación, alineada con las dos jornadas anteriores, no es demasiado elevada así que los organizadores y la escasa prensa desplazada reciben con cierto interés mal disimulado la noticia, transmitida vía móviles y redes sociales, de una manifestación en la ciudad de la Falange para proclamar la unidad de la Nación Española.
En breve, por el lado sur de la plaza aparecen los falangistas que han sido escoltados desde la estación por varios mossos d'esquadra para regocijo de los periodistas repartidos por toda la plaza y que enseguida son objeto de los insultos de los contramanifestantes situados justo delante de la iglesia. La reunión va siguiendo más o menos el guión esperado. Brazos en alto, caras al sol, banderas rojigualdas por un lado; cuatro dedos extendidos, segadors y banderas esteladas por el otro; insultos más o menos originales, abucheos generalizados y gritos crecientes.
De los componentes de cada grupo hay dos personas que destacan no se sabe bien por qué. En el flanco del norte una chica con el pelo rubio, como tocada por el fuego y unos ojos azules con reflejos dorados mientras que al sur llama la atención un hombre de más de cuarenta años con un largo flequillo que no llega a taparle del todo unas inmensas gafas negras. Se fijan el uno en el otro con una sonrisa irónica que a ella le marca hoyuelos y a él le eleva las gafas.
Poco a poco caminan hacia el frente. Ella envuelta en una bandera cuatribarrada. Él con un jersey negro que no tapa el cuello de una camisa blanca y un pin con una bandera preconstitucional. Se acercan, como en el juego del pañuelo, al sitio donde los mossos separan los dos grupos y su sonrisa cada vez es más amplia. Poco a poco los gritos se van apagando y un extraño silencio se apodera de la plaza mientras la tensión agarrota las gargantas. Los policías están listos para actuar pero no ven ningún signo de hostilidad. Es más, pareciera que fueran amigos que no se ven hace mucho tiempo y se hubiesen encontrado como por casualidad después de 15 años. De repente el silencio de la plaza es roto por una canción que sale de una ventana. Una voz juguetona que canta algo sobre el amor y acaba con un okey. Y justo cuando pronuncia esa palabra, la pareja se empieza a besar con una pasión capaz de hacer surgir el mundo. El resto de la plaza vuelve a dividirse. Los policías siguen quietos, pero más relajados. La prensa intenta sacar fotos. Algunos manifestantes abuchean, otros animan. Y ellos dos siguen ajenos al entorno. Nadie les sigue cuando se deslizan por una callejuela fuera de la plaza. Sin mirar atrás.
A la mañana siguiente, ya se han presentado (Me llaman Txell, pero para ponértelo fácil dejaré que me llames Meri / Me llamo Fernando, me dicen el Zurdo, no precisamente por mis ideas políticas) aunque puede que hayan mentido y no se hayan dicho ni nombre ni edad. El sexo ha sido evidente. Desayunan con el hambre de quien ha dormido poco mientras hojean los periódicos. Por una vez, parece que hay unanimidad absoluta entre la portadas de todos los diarios: Una foto más o menos pequeña y un fragmento de la letra de "Aquella canción de Roxy". Cuando la prensa se pone original, acaba copiándose. Fernando le explica a Meri de dónde viene la referencia. Y le da un repaso sobre cómo era la música en Madrid en los primeros 80. Le explica cosas de su fanzine, de los conciertos (el homenaje a Canito y el de primavera) de Carlos, de Olvido, de Nacho, de los hermanos Urquijo, de Kiki... Le susurra algunas de las letras que le habían hecho famoso y que ahora sólo recuerdan algunos elegidos. Hablan y hablan hasta que se les acaban las palabras, hasta que de pronto él se calló.
Porque todos sabemos que los extremos se atraen sólo si hay magnetismo. Y cuando las cosas se vuelven más corrientes, tendemos a engancharnos a aquello que se nos parece, que va en nuestro mismo sentido. Por eso, a la hora de comer ya se habían visto por última vez y después todo acabó. Pero los dos mentirían si negasen que, a veces, más a menudo de lo que quisieran, se sorprenden tarareando una vieja melodía, recordando cómo sus pieles se habían fundido o saboreando un cuento de miel entre lengua y carmín.
Autor: M.Aulet
mp3: Aquella canción de Roxy
video: Actuacion directo de la ultima reunion del grupo original.
más información: La Mode en Musicoscopio.
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